El fundador de Amazon compra The Washington Post (1): lo nuevo

Comienzo con este post una serie de breves análisis dedicados a la venta de The Washington Post.
Primero hablemos de lo que es nuevo en esta venta porque hasta ahora los diarios era comporados cas siempre por otros diarios.
Lo nuevo es que ahora los compren dueños de equipos de beisbol (Boston Globe) o fundadores de gigantes del comercio online como Amazon (The Washington Post).
El dinero siempre ambicionó controlar la prensa independiente.
Los grandes negocios temen a la opinión pública y la tentación no es nueva.
Ahí están banqueros, especuladiores y constructores que siempre vieron la prensa como un modo de «estar armados».
Me lo dijo hace años el banquero más importante de un país latinoamericano:
«Mire, Giner, yo he comporado este diario para estar armado. Y no tanto para disparar sino para que mis competidores, el gobierno o mis enemigos VEAN que estoy armado»
¿Es posible hacer periodismo independiente cuando tu propietario tiene grandes intereses que defender?
No lo creo, aunque conozco alguna excepción.
Jeff Bezos y Amazon los tiene y cada vez los tendrá más y serán más importantes.
Y llegará un día en que sus periodistas tengan que escribir críticamente sobre sus negocios.
Jeff Bezos invirtió hace unos meses en BusinessInsider, un digital puro de dudosa credibilidad, con un tono sensacionalista que esconde su debilidad periodística de fondo.
Y aun así acaba de publicar una historia denunciando las condiciones laborales en las grandes bodegas de Amazon.
Por la cuenta que le trae, no pedirá la cabeza de ese director o pondrá en la calle a ese reportero.
Pero si establecerá mecanismos sutiles y efectivos que le eviten nuevos sobresaltos.
Y su redacción se lo pensará dos veces antes de cubrir los negocios el dueño.
¿Hubiera sido posible que The New York Times escribiera sobre las factorias chinas de Apple si Steve Jobs hubiera comprado ese diario?
No, sencilla y desgraciadamente no.
Y el Times hoy no tendría ese Premio Pulitzer por publicar ese serial tan devastador y necesario que ha obligado a Apple a revisar sus acuerdos con proveedores externos.
Los diarios, frente a lo que muchos «nuevos ricos» puedan pensar no son un cuarto poder, una coraza ni tan sólo un negocio para vender información y publicidad.
Como siempre dijo Alejandro Junco de la Vega, fiundador del Grupo Reforma, y yo se lo he oído decir muchas veces, «los diarios estamos en el negocio de la credibilidad».
Y eso es lo que debe preocuparle más que nada al nuevo dueño del Washington Post; no perder la credibilidad.
Sin ella no hay negocio que valga.
Credibilidad e independencia que ni se compra ni se vende.
Lapham's Quarterly y The Atlantic Weekly, dos fórmulas para re-inventar revistas: una con un MagBook y la otra con una versión digital para móviles y tabletas
Los que me conocen saben que desde 1978 he sido lector asiduo y entusiasta de dos revistas mensuales norteamericanas: Harper’s y The Atlantic.

Harper’s fue fundada en 1850 y es la segunda revista más antigua que se sigue publicando en Estados Unidos: la otra es Scientific American.
En la primera y de la mano de un director mítico, Lewis Lapham, revolucionó el género de las revistas culturales no elitistas.

(Foto tomada de Work in Progress, la deliciosa newsletter de Farrar, Straus & Giroux)
En esa revista tan tradicional inrodujo nuevas e innovadoras narrativas: desde su Harper’s Index a su mix de pocas y relevantes cover stories con muchas historias encapsuladas en formatos de lectura rápida.

Lapham abandonó Harper’s, después de ser su director por 28 años y ahora publica un trimestral igualmente fascinante que de nuevo encapsula piezas de valor permanente sobre temas monográficos.
En su Laphan’s Quarterly («a magazine of history and ideas») produce verdaderas mini-enciclopedias que son Periodismo Caviar en formato de lo que ahora se llaman MagBooks.
Se publica con el apoyo de la American Agora Foundation, sus oficinas están en Nueva York, son una docena de personas, la suscripción anual cuesta $49 y venden unos 25.000 ejemplares.
Estoy suscrito a sus Quarterly desde 2007 y la llegada de cada ejemplar es siempre una fiesta de buen periodismo.
En el caso de The Atlantic, sus nuevos propietarios la re-invención de la revista ha sido y es un ejemplo de cómo migrar al mundo digital, «desde el papel pero más allá del papel».
The Atlantic Weekly es una app, de momento sólo para dispositivos iOS, que permite leer cada semana en iPhone o iPad una selección semanal de «the best of the best» publicado por el conjunto de redacciones del grupo que incluye ahora varias e innovadoras webs y blogs de gran audiencia.
El toque de distinción del grupo es que, como ya hicieron con el blog de Andrew Sullivan, en The Atlantic creen que son los lectores (y no necesariamente los anunciantes) quienes deben pagar por el trabajo de periodistas de calidad que hacen Periodismo Caviar.
En el caso de Andrew Sullivan, con más de 90.000 seguidores en Twitter, The Dish cuenta en pocas semanas con más de 27.000 suscriptores de pago, miembros de un club exclusivo, a los que llama «nuestro mejor departamento de marketing»
Tan pronto como se independizó de The Atlantic consiguió $333.000 de 12.000 suscriptores en las primeras 24 horas.
Y su objetivo es alcanzar un mínimo anual de $900.000.
Sus lectores pagan $1.99 al mes o $19,99 al año.

Lo mismo hacen ahora con The Atlantic Weekly que se publica los viernes en una versión minimalista de diseño y tipografía exquisitos, con textos largos, atrayentes, bien seleccionados, escritos y editados con primor, y, sobre todo, que se dejan devorar por un lector cansado de «fast food y low cost journalism»
Sin publicidad, la suscripción es: $1,99 por ejemplar, $2,99 al mes o $19,99 al año.

¿Lecciones de todo esto?
El Periodismo Caviar se re-inventa pero no cambia lo esencial.
Nuevos envoltorios para periodismo relevante escrito y diseñado por periodistas de calidad porque, como suelo repetir, «lo que importa no es la botella sino el vino».
Por eso las «cosechas periodísticas» de Lewis Lapham, Andrew Sullivan o The Atlantic siguen siendo marcas que venden y se dejan comprar.
Como debe ser: en versiones impresas y/o digitales.




