
Con demasiada frecuencia los periodistas nos creemos el centro del universo informativo.
Nos miramos al obligo.
Somos narcisistas.
Y acabamos siendo arrogantes.
Nos olvidamos de la gente.
De nuestros lectores.
Cuando, no lo olvidemos, ellos y sólo ellos son los que mandan.
No los editores, directores, gerentes o accionistas.
